Jau
Hacía tiempo que no iba a su despacho, fue como volver al instituto cuando algun profesor me mandó a visitar al temido jefe de estudios el Don Blanco. Qué feo era el pobre, tenía cierto parecido al Vito Corleone de Brando, de ahí lo de Don que no se le aplicaba como trato de varón (Sonrisas y lágrimas sic.) Blanco era el apellido, espero que lo siga siendo. Aunque fue el ángel exterminador durante mi primera época de instituto, finalmente resultó ser un gran tipo que sólo hacía su trabajo. Creo que me despisté, típico en mi.
Vale, me centro. He entrado en el despacho del gran jefe, jau, y él, sin levantar la cabeza de un folio que tenía encima de la mesa me ha pedido amablemente que tomase asiento, ( con hielo por favor ) mal vamos. Antes de que yo pudiese empezar a argumentar, me ha mirado fijamente y ha empezado a disparame razonamientos inconexos y contradictorios con un tono tan vehemente que me ha dejado mudo, acojonado sí. Ya cuando temía salir del despacho sin haber podido decir más que algun bueno... pero.... es que.... he respirado hondo y han brotado las palabras. Una a una las ideas que tenía esquematizadas y resumidas en la cabeza se la he expuesto, alucinaba, me sentía incluso convincente, se había callado y me dejaba hablar !!!. Terminé, me miraba impasible, de pronto parecía que se había vuelto el Hombre tranquilo, pero mi gozo en un pozo. Algun día me gustaría bajar a algun pozo de gozos, debe ser una experiencia flipante flotar entre millones de gozos ajenos que nadie disfrutó nunca. Seguro que al primer tiburón del ladrillo de españa que se le ocurra, monta un campo de golf cerca y termina con el pozo, con los gozos y con el pocero, si lo hay. Se me volvió a ir la pinza.
Lo que parecía una buena señal, no lo era. Tampoco era mala, creo que si se había mantenido callado era simplemente porque no me escuchaba. Casi como si fuese una grabación, ha vuelto a repetir los mismos argumentos inconexos y contradictorios con el mismo tono vehemente. Ahora que lo pienso, estoy casi seguro que debe de haber ensayado esa actitud frente al espejo del baño y que la ha ido puliendo año a año. Ya como final de su discurso y como punto fuerte de su razonamiento, ha expuesto que si yo o alguien de la empresa no estaba de acuerdo con alguna de las directrices y medidas que toma la dirección, (él, sólo él, ¿pero a que queda como más imponente decir "LA DIRECCIÓN"?) ajo y agua, que el mercado es libre. Me ha dado la mano, y yo cínico como soy se la he dado, pa ti pa siempre.... Como colofón de mi gran momento laboral y del mes, ha apelado a la bondad de sus intenciones hacia mi, que era uno de los trabajadores más apreciados por él y que estaba muy disgustado de que fuese precisamente yo, uno de sus empleados de confianza ( mescojono vivo), el que criticara una medida que tanto puede ayudar al buen funcionamiento de la empresa.
He salido del despacho convencido de que mi cogote y mi cuerpo serrano van a inspirar a mi amado jefe cuando tenga que tomar alguna decisión difícil. Aprenderé a bailar y le haré coreografías o malabares que seguro que aun me acuerdo.
Creo que voy a cambiar de trabajo, mañana tal vez haya cambiado de opinión.
No todo ha sido hoy malo, la sonrisa la llevo puesta desde que este medio día he leido a alguien muy especial para mi. No está tan triste e imaginar su sonrisa es el mejor reconstituyente. Ni yin seng, ni vitaminas, ni pastillitas de colores, lo que nos faltan son sonrisas como la suya.